María Cristina Depassier: 40 años de trayectoria en la UC

 

Este año 2021, la académica María Cristina Depassier cumplió cuatro décadas como investigadora en la Universidad Católica. Durante los 23 primeros años de carrera fue la única mujer en Física. Con empuje, no solo contribuyó en el área de la Física no Lineal, sino que, como Decana, logró ampliar la planta académica y crear en la Facultad el grupo de Física Médica.

 

               Foto MCD 2021

 María Cristina creció rodeada de mujeres trabajadoras: su mamá ejercía como ingeniera comercial, sus tías eran dentista, profesoras de matemáticas, hasta su abuelita había trabajado. De niña, nunca se le pasó por la mente que existían límites para las mujeres. 

 

Desde pequeña fue una lectora fanática. En enseñanza media se debatió entre estudiar Lenguas Clásicas o Física. Quien inclinó la balanza fue su profesora de Física, una mujer seria, justa, y muy disciplinada, que llamaba la atención de María Cristina. Su familia la apoyó desde un principio. Su mamá quería que de dedicara a lo que verdaderamente le gustaba, sin imposiciones. 

 

Otra experiencia que la marcó fue su paso por un preuniversitario donde la mayoría de los estudiantes venía del Instituto Nacional. Muchos de ellos soñaban con hacer el pregrado y salir a estudiar fuera de Chile un Doctorado, una oportunidad que a ella no había escuchado antes. 

 

Decidida, el año 1970 María Cristina inició sus estudios de Bachillerato en Ciencias en la Universidad Católica, que era la vía por la cual se podía acceder a estudiar Física, una carrera relativamente nueva en el país. Junto a dos compañeros cursó el Magíster en Física, entre 1974 y 1975. “Siempre fui la única mujer del curso, pero la verdad, es que nunca me complicó. Durante la universidad yo era súper aplicada, estaba en el mismo nivel con mis compañeros, así que nunca me sentí inferior a ellos en ningún sentido. Es cierto, no fue una situación cómoda ser la única, porque a veces los hombres son más agresivos, y no tenía tantas amigas en las que apoyarme en la carrera, pero eso nunca fue una barrera para mi”, explica la investigadora. 

 

Decidida a continuar sus estudios de doctorado en el extranjero, se preparó para postular a la Universidad de Columbia. En paralelo, dictó clases en la Universidad Católica, en la Universidad de Santiago y en la Universidad de Chile, donde fue acogida y apoyada por el investigador Igor Saavedra. Cuando recibió su aceptación fue un día inolvidable, el esfuerzo y la preparación habían valido la pena. “No me fui con ninguna beca de Chile, fue la Universidad de Columbia quien financió mis estudios. Incluso, me costó conseguir una carta de patrocinio que declarara que era de interés de la Universidad Católica que yo fuera a estudiar estos temas afuera, que uno de los requisitos para postular a becas en Europa. En esa época muchos de los hombres se iban a doctorar a universidades con menos reputación, y partían becados, con contrato, sueldo y otras garantías. Siento que el trato no era el mismo conmigo, por ser mujer, pese a haber sido aceptada en una universidad de primera”, reflexiona la investigadora. 

 

A María Cristina le apasionaba la Física Teórica, por lo que inició su investigación en modelos de estrellas. Sin embargo, al poco andar, descubrió La Teoría del Caos: una línea innovadora, dinámica y entretenida, que le permitía plantearse nuevas preguntas. Durante su Doctorado inició el trabajó en ecuaciones no lineales aplicadas a ondas en ciertos tipos de fluidos. Este tipo de ecuaciones son llamadas de Reacción Difusión y permiten describir y extraer la esencia de un evento difusivo, ya sea aplicado a un problema físico, químico o biológico. Esta característica le ha permitido a lo largo de su carrera abordar problemas tan diversos que van desde modelos de crecimiento de poblaciones y enfermedades hasta propagación de llamas e incendios, obteniendo resultados que son aplicables a diversas áreas.

 

Existía un problema sencillo en la ecuación de reacción difusión más clásica, que se había aplicado al estudio en dinámica de poblaciones y en el contexto de propagación de llamas. Sin embargo, al estudiar la ecuación en eventos químicos explosivos, en función a ciertas características, se comportaba de formas distintas y no se entendía por qué. Junto a Rafael Benguria encontramos una manera de caracterizar exactamente la velocidad con que se propaga la onda de este evento explosivo, y cómo se produce la transición de velocidades de la onda. Este hallazgo es un paper bastante citado, pero mas importante, ya se incluye como materia en varios libros y lleva nuestro nombre.

 

Un nuevo desafío

 

María Cristina volvió a Chile el año 1981 y se integró a la planta académica de la Facultad de Física. Durante los años 2006 a 2013 María Cristina asumió el liderazgo de la Facultad como Decana. Esta época implicó nuevos desafíos: “Yo me siento súper contenta de haber logrado dos cosas bien importantes:  aumentamos la planta académica y, además, logramos crear el área de Física Médica en la Facultad, una meta que se había planteado varios años antes y que no se había podido ejecutar. Yo me propuse lograrlo, y lo hice. Esto implicó dar a conocer de qué se trataba, convencer en la Casa Central de que esta área era importante, y levantar los recursos.  

 

Su iniciativa dio frutos, y actualmente, Física Médica cuenta con 6 profesores de planta, e imparte un Magíster que ha resultado atractivo para los alumnos y del cuál ya hay egresados trabajando y en el proceso de cursar un doctorado. 

 

Otra de los logros en su gestión fue la creación del CIEN UC, un centro de nanociencia colaborativo entre distintas Facultades que potencia la investigación en el área. Cautivada por las nuevas propiedades que los materiales adquieren a escalas nanométricas, durante los últimos años, María Cristina se ha propuesto un nuevo desafío: aplicar lo que ha desarrollado en ecuaciones de reacción difusión a los nanotubos magnéticos, para extraer la dinámica de las ondas que uno ve en ellos, usando métodos de fluidos para tratar problemas de nanomagnetismo. El potencial de estos trabajos es esencialmente aplicado, porque los nanotubos de carbono se usan para mejorar la transmisión y la estabilidad en distintos objetos electrónicos.

 

Los experimentos tradicionales demuestran que la velocidad alcanza un límite que no se puede pasar, sin embargo, con ciertos tipos de nanotubos es posible exceder esta velocidad, llamada el límite relativístico, asociado a la velocidad de las ondas de spin. Si bien hay simulaciones numéricas del fenómeno que constatan que esto sucede, no existe un modelo matemático que permita describirlo y entenderlo. María Cristina está en la búsqueda de esa ecuación: “Estoy estudiando mucho, porque es un área nueva para mi. Mi meta es analizar el fenómeno analíticamente para lograr extraer un modelo sencillo. Lo más apasionante de esto es que no tengo idea cómo hacerlo. Entonces, es muy entretenido, porque cuando uno lo encuentra, casi siempre se cumple que estas ecuaciones constituyen modelo para muchos fenómenos, ya que las cosas en la naturaleza no son tan distintas. Por ejemplo, hay ondas de agua en el mar, y también en las cuerdas, hay olas ondas en distintas partes, pero hay una sola ecuación de ondas que se puede extraer de distintas realidades físicas”. 

 

Con más de 40 años de carrera, María Cristina reconoce que su carrera académica ha sido uno de sus motores, sin embargo, para ella su contribución más relevante ha sido formar alumnos y motivarlos a investigar. “Esta es una carrera competitiva, en la que se requiere un poquito de habilidad, mucha disciplina y sacrificio, pero en el que se obtiene un premio grande, un trabajo entretenido y gratificante. Si yo logro inspirar a un alumno extremadamente capaz, mucho más inteligente que yo, que se dedique a la Física, cualquier granito de arena que haya puesto en motivarlo va a llevar a aportes muchos más grandes a nivel de investigación y también, a través del intelecto de sus alumnos, y así sucesivamente, esto se multiplica, tal como en un modelo de reacción difusión”, reflexiona la investigadora.