Retrato Francisca Garay
Cuando Francisca Garay tenía 12 años, pocas cosas la emocionaban tanto como buscar fotos de galaxias en las enciclopedias disponibles en su casa. ¿Cómo era posible que estuvieran ahí si no era capaz de verlas a simple vista? ¿Por qué tenían forma espiral y se movían siguiendo patrones? ¿Cómo podían existir astros tan grandes cuando ella se sentía tan chica?
Su curiosidad y fascinación por este Espacio grandioso la llevó a inscribirse en un taller de Astronomía, y pedirles a sus papás un telescopio de regalo para ver los anillos de Saturno.
Un día inolvidable fue cuando su mamá llegó con la Enciclopedia Encarta, en inglés, para instalar en el computador de la casa. Francisca pasó días buscando información sobre galaxias, traduciendo y escribiéndolo que le llamaba la atención en un cuaderno.
Pasaron los años, y, pese a estar decidida a estudiar Astronomía, Francisca rindió dos veces la Prueba de Aptitud Académica (PAA) sin obtener el puntaje requerido para ingresar a la carrera. Sin embargo, ella no estaba dispuesta a rendirse, sólo tenía que buscar un nuevo camino para responder las preguntas que el Universo le generaba.
En esos momentos complejos, su mamá era su fuente de inspiración. Ella siempre quiso estudiar en la Universidad. Con una casa y con hijos pequeños, se inscribió a la carrera de Arquitectura. “Mi mamá era moderna, y se atrevió a estudia lo que le apasionaba, en una época en la que tener hijos y estudiar no era común. Mi papá siempre la apoyó, pero igualmente, ella tenía la casa limpia y la comida lista cuando él llegaba a la noche. Parte de mis mejores recuerdos son ayudarla a cortar cartones para las maquetas o cuando la acompañé a su defensa de tesis. No sé cómo podía con todo, ella es mi super heroína”, reflexiona Francisca.
Francisca Garay junto a estudiante Francisca Villanueva trabajando en laboratorio
Francisca optó por cursar sus estudios de Licenciatura en Física en UC y en una práctica, trabajó con el profesor Marco Aurelio Díaz del área de Física de Altas Energías. Ese verano fue inolvidable, ya que descubrió el apasionante mundo de la Física de Partículas, que le permitía buscar respuestas a la pregunta de qué está hecho el Universo.
Tras cursar el Magíster en Física en la UC, partió a la Universidad de Edimburgo a realizar su Doctorado en Física Experimental de Partículas. Ahí vivió experiencias únicas como ser mamá por primera vez, así como conocer y colaborar en actividades de divulgación científica con Peter Higgs, Premio Nobel de Física que predijo en la década de los 60 la existencia del Bosón de Higgs, que permitía resolver el enigma de cómo los quarks y los leptones adquieren masa.
Durante el Doctorado en Escocia hubo otro hito que la marcó: en el marco de las actividades de extensión que le exigía la Universidad, participó en un panel de conversación orientado a escolares. De los 120 participantes, solo había 8 mujeres en la sala. ¿Por qué no hay más mujeres? Francisca siempre había pensado que ese era un problema local, y fue ahí cuando constató que las brechas de género en carreras STEM era algo global.
“En ese momento sentí que tenía un deber. Lo conversamos con mi amiga Giovanna Cottín, que también estaba haciendo el Doctorado y nos dimos cuenta que, el problema de fondo no era de recursos, sino de oportunidades. Decidimos armar una iniciativa para que las niñas pudieran descubrir la ciencia, exponerse a la Física. Así nació “Niñas Atómicas”, un taller en el que estudiantes de enseñanza media arman un detector de muones y toman datos para responder a sus propias inquietudes. Es un espacio seguro, en el que pueden plantear sus preguntas sin vergüenza y aprenden a confiar en sí mismas. No buscamos que después de participar quieran estudiar ciencias, sino que se den cuenta, que tal como pudieron construir el detector y hacer un proyecto científico, son capaces de hacer lo que se propongan en la vida”, reflexiona la investigadora.
De vuelta en Chile, Francisca se integró como académica al Instituto de Física UC. El año 2020 fue reconocida en por el Foro Económico Mundial como uno de los 40 científicos jóvenes más influyentes del mundo.
Actualmente forma parte del experimento ATLAS y de la colaboración CLIC, ambos en CERN y es Directora alterna del Instituto Milenio de Física Subatómica en la Frontera de Altas Energías (SAPHIR).